sexta-feira, 30 de novembro de 2007

Brett Weston


Brinks: solo por ti mi pecho arfante se pone estremecido, só por ti y su cola móbile y tiquitita, cauda argolada y casi sempre feliz. Brinks’i. En nesto momento que las copas urden el invierno del balneário de Guaratuba, e todo se pone de frio detrás de las cubiertas, sobretodo el Viejo que en júnio se va a morir e por esto se pone a entornar a lo vino e a temblar, a temblar, como se entornara la muerto de uno solo golpe y gole – mortal. En estos momentos es que me aperta acá en el lado esquerdo una lúgubre canción hecha de remorso, lo podrido veneno de la saudade y me pega, por todo el cuerpo, unas ganas de matar ô de morir. Quiçás, quiçás, quiçás. Chororó, guarará, chororó.

Brinks’imi: si, si, es contigo que hablo, juguete-de-pelos y atado a mi colo, de tal forma acojido, como se hubiera nascido exclusivamente para esso, su linguita destra, que tan marafas a veces, hein, Brinks, que dices, que dices tu?, paraguayta cumple, como en las correspondências que, ahora, há mucho tiempo, no lo sê que es recibir. La marafona no tiene quien la escriba. Brinks’i. Brinks’imi.

Oh, Brinks’michî, Brinks’michî, es tan frio en nesta playa en la que caminas comigo, amiguito simples, testigo de tantos años já, vos que se vá entrado em edad, porque viejo es solo uno, aquel, no, no, Brinks?, no, Brinks’i? No, Brinks’michî?, cosita titiquinita y fofa, focinhito de aguja, ollitos de botón y vidro, mi más pequeno serzito que se mueve, ah, como se mueve, en la arena de esta calle úmeda. Carajo. Brinks!, de esto modo, de aqui para lá, por debajo de mis piernas, ah, Brinks’i. me enovelas com sus corrientes e más um poco estarê en el solo. Y se me quiebra un huesso? Y se san ossossosporossos? Pero tu inquietud, para un perro de casi diecisiete años ( haverá mais longevos asi que las tortugas ô los dinossauros?), ah, Brinks’i, es assombrosa, e solo esto me pone de nuevo de risas contra la vida.

No: tengo Brinks, Brink’si, Brinks’imi, Brinks’michî. Oh, nada te hablo, juguete amoroso y maternal de mi vida marafa, nada te hablo, querido, de como es frio en el balneário de Guaratuba sob el fog de júnio y el mar se pone como de vidro toldado por las lluvias. Brinks’i. Brinks’michî.

El muchacho no há más, solo el viejo persiste con su caceta amputada por el tiempo y que todavia prossigue coçando, solo esto maldito viejo que carrego en las costas hecho una prisionera en el campo de concentración. Brinks! Y já me olvido de que vivas asi dicisietes tan persistentes, já me olvida todo y empezo a llorar.

La misma venda de la equina em frente, Brinks, su fachada y la señora pálida que me vende una copa de conhaque, en los duros ojos de víbero el asco – el temor ô mismo la admiración que provoco en los nativos desde degredado pedaço de mar em Guaratuba del Paraná,l a cada que saigo – bruja ô guru. (...)

Perdoname, Brinks, estos exclamados sonambulismos del corazón. Si, Brinks’i, Brinks’michî, nadie puede hacer algo de bueno ô de sueño por quien, igual que yo, que en neste instante, tengo comigo que todas las salidas estan cerradas. Brinks’michî. Brinks’michîmi. Yo e tu caminando que vamos , los dos, lado a lado, quién lo más preso en las corrientes del bajo-vientre? Quién más viejo que la tortuga?

Oh, Brinks’i, yo e tu caminando que vamos por la estradita que va a dar en la playa del Prosdocimo. No, no adianta que yo cuspa en la pobre señora del bar, noi adianta eganá-la ni rasgar-lhe la piel de su cara com is uñas marafas tan de pantera, una cosa es la solución: marchar y marchar para adonde nos lleve el viento.

Que súcia arena donde jugas y sonoro mijas com una felicidad infantil e llena de risa! Brinks’michî. Brinks’michîmi.

Pero yo, quien soy yo?, sigo confusa, por el conhaque y la vida, la saudade del niño del verano en deciembre entranhada a mi assim igual que uno feto arrancado vivo a la profissión humana, solo tu me entendes, solo tu, mi tiquitito Brinks, ojitos enternecidos de jabuticaba, orejitas vigilantes del silêncio, colita móbile. Brinks’michîmira’ymi.

Brinks’michîmira’ymi, alegrando de yo, oh inocência flagíl, emitindo en lo mercado de peces unos ladridos tan flacos, Brinks, tan flaquitos y tiquititos como tu, Brinks’michimira’ymi, talquito Buldog, pirezito de leche donde afundam biscoitos umedecidos, constantes, tu sabes, y las raciones especiales, Brinks, companhia, ruídos y mañanas.
Brinks’michîmíra’ymi. (...)

Donde estás? Donde estuvo se tu no es más que la sombra en dibujo de la noche que va me pegando sola, assolutamente sola, Brinks’michîmira’ymi, sin nunca haver tenido a vos, tiquititíssimo, nadie non es, ni vos, ni la tarde, ni en el niño e yo, yo estou assim tan sola:
Brinksmichimira’ytotekemi.

Do livro “Mar Paraguayo”

Nenhum comentário: